12 de Mayo 2004

Hasta pronto...

Me notas, últimamente, más agresiva de lo normal. Seguro te lo callas por temor a dañarme pero, realmente, ¿crees que alguna vez podrás decirme algo de mí misma que no haya estado yo masticando ya desde, al menos, una semana antes? Me notas algo más perdida si cabe, más insegura si eso es posible, amedrentada, cínica, rencorosa, celosa, neurótica... Ni una sola buena podrías decir de mí ahora mismo. Y, sin embargo, las sigues diciendo.

Te admiro el optimismo, a pesar de que ya descubrí que eres optimista porque, si no, qué otra cosa vas a hacer. Ouch. Eso dolió. Dolió escucharlo. Uno de esos dolores traidores que no son demasiado intensos, pero que se te alojan en el alma para siempre. Aunque dicha confesión hace tiempo esperaba escucharla. Pero imagino que nunca nadie puede estar preparado para escuchar algo así. Por más que ya, de alguna manera, lo sospechase... dolió escucharlo. Y dolió escucharlo porque eres tú. Ya me entiendes. Porque eres tú y existes, y porque te espero y me esperas, y porque juntos estamos esperando. Pero te admiro el optimismo; sea auténtico o no, es la sonrisa que me arrancas cada día a pesar de la agresividad, la pérdida, el cinismo, el rencor... Nada tiene que ver contigo. Tú eres el remanso de paz. Mi pequeño lago lleno de nenúfares. Déjame que te lo diga una vez más. Remanso-paz-lago-nenúfares-vida-mía...

Te preocupas por pequeñas cosas como yo. Eres tierno como un niño. Eres hermoso como una estatua. Te miro y veo mi reflejo. Espejo, espejito mágico. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Sabes que, aunque tratase con todas mis fuerzas, no podría dejar de quererte.

Hasta pronto...

Escrito por Arielle Victoria a las 12 de Mayo 2004 a las 03:14 PM
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