26 de Febrero 2004

¡No!

Ayer estaba muy enfadada cuando asistí a la consulta con el psicólogo.

Nada más entrar al despacho, después del saludo de rigor, se lo dije. "¿Cómo te encuentras hoy, Arielle?", me preguntó. "Estoy muy enfadada", le dije. Durante una hora le expliqué todo lo que sentía, todo lo que me había estado preocupando esta semana. La reaparición de Rafa, mis ilusiones con respecto a una hermosa relación con W, la decisión que había tomado, mi miedo a equivocarme... Absolutamente todo. No creí que fuese capaz.

Pero lo consideré necesario.

Primero me hizo imaginarme que me ponía en contacto conmigo misma, como una Arielle desdoblada que estaba sentada enfrente de mí. Hacia ella dirigí mis reproches. A ella le reproché su inseguridad, su debilidad, su miedo, sus patéticos intentos de autojustificación.

Ella no dijo nada. Tan sólo estaba ahí sentada, escuchando apesadumbrada acerca de todos sus defectos, acerca de su cobardía. Aguantaba el temporal como podía. Las lágrimas asomaban a sus ojos y yo me ensañaba cada vez más. Me reprimí, juro por los dioses que tuve que reprimirme, pero tal vez si hubiésemos estado las dos solas le habría dicho que algunas veces la odio tanto que me gustaría sacarle los ojos.

Cuando el psicólogo me preguntó si acaso yo pensaba que podría ser feliz con Rafa, me sorprendió mi respuesta, firme e inmediata...

No.

Un no que sonó a ruptura definitiva. Un no que era como una nube cargada de tormenta, a punto de estallar. No puedo hablar con él. No sé nada de sus sentimientos. No tenemos en común ni un solo sueño, ni una sola ilusión. No sabemos jugar limpio. Nos queremos, pero no sabemos querernos. A cada rato nos estrellamos contra la barrera que el otro levantó para protegerse. No hay manera de hacer funcionar una relación cuando existen tantos muros, tantas restricciones. No se puede sacar nada bueno de una guerra, por más que sea una guerra declarada en nombre del amor. ¿Por qué todas mis relaciones han sido guerras llenas de amor? ¿Y por qué ahora siento que con W todo será distinto?

Quiero quererlo y protegerlo. Quiero tenerle en mis brazos por fin. Quiero ser feliz, de una maldita vez, y él ha prometido hacerme feliz. ¿Acaso debo pensármelo más? ¿No está todo suficientemente claro?

El tiempo de las lágrimas se acabó. Quiero ser feliz.

Escrito por Arielle Victoria a las 26 de Febrero 2004 a las 02:55 PM
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