7 de Junio 2004

Si no estuviese prohibido.

Si no estuviese prohibido mirarte aun desde lejos, escuchar a los pájaros que sólo comienzan a cantar cuando tú estás cerca...

Pero, oh, no te preocupes. Descubrir la forma de las nubes ya es todo un consuelo.

En este bosque me he perdido y mil veces me he jurado que no saldré de aquí si salir de aquí significa estar sin ti. Todas estas tardes en las que no puedo verte, porque ella -la Noche- seguramente nos descubriría juntos y desnudos, y yo juego en los lagos, porque meter los pies en un lago es, de veras, el mejor remedio contra la soledad. (De verdad que es mucho mejor que cantar o que jugar con cometas). Tú ya sabes por qué digo todo esto, y es que me conoces cuando la tarde está soleada y a mí me da por saludarte con la mano, desde lejos, claro que sí, siempre desde lejos. Miras los peces que hay en mis manos y te sonríes preguntándote si algún día dejaré de trepar a los árboles para poder mirarte desde arriba.

Y cuando pienso en ti algunas veces me da por decir palabras inconexas e ininteligibles, y no creas que es solamente porque me está prohibido amarte, sino también porque el amor no se entiende ni existe si no hay un poco-bastante-mucho de locura en él, -y así es como deseo amarte y como puedo hacerlo-, porque ya es bastante tener a mano un puñado de palabras ininteligibles cuando se trata de algo tan misterioso como el sentimiento de todos los días, cuando te miro desde lejos... Y tú también me miras.

Escrito por Arielle Victoria a las 8:58 PM | Comentarios (0)