26 de Marzo 2004

El triunfo del miedo.

Cada vez que pienso en cómo me gustaría que fuese mi vida, y lo pienso a menudo, siempre llego a las mismas conclusiones. Una de ellas, quizás la más importante, es que debo salir de aquí. Esta ciudad me está consumiendo poco a poco. Mi relación con ella, con esta ciudad que me vio nacer, y crecer, y que ha sido el escenario de toda mi vida, es una pura relación de amor-odio. Nada de lo que sucede es por casualidad, y el hecho de que no pueda abandonarla tampoco lo es. Algo me atrae irresistiblemente hacia este suelo que piso. Es como un amante celoso, que no me deja ir, pero que me hace sufrir lo indecible. La odio y la amo. Solamente quiero marcharme.

Quizás si todavía no me he ido es porque no deseo marcharme sola. Y siempre estuve sola, según mi criterio. Busco algo que no puedo expresar. Busco lo que me falta... Aquí tengo todo lo que pueda necesitar... salvo felicidad. Y quizás sea cierto que la felicidad se halla dentro de mí misma, pero simplemente no tengo ganas de buscarla. No mientras siga viviendo en este ambiente opresor. No mientras no posea la libertad de elegir si sigo con ella o si la abandono. Qué difícil es explicar ciertos miedos. Me siento como al principio, cuando ni siquiera sabía cómo denominar esto que me sucede. Cuando me excusaba por mis miedos y mis debilidades. Ahora he leído lo suficiente como para conocer racionalmente todos los síntomas, pero siempre hay un detalle que se me escapa. ¿Por qué? ¿Por qué esta necesidad de ir reduciendo mi mundo cada vez más? ¿Por qué el ansia de soledad (compartida)? ¿Por qué no soy capaz de tener una visión preclara de mi futuro, cuando es más que cristalino que este camino sólo conduce a la destrucción?

Tengo visiones de mí misma caminando por caminos pedregosos y montes escarpados. La lucha no es sencilla, y dentro de poco ni siquiera será una lucha. Si me rindo, no hay lucha. Y si vuelvo a caer me rendiré. Llevo años buscando un Maestro que me oriente y me guíe, y cuando creo encontrarlo, el Maestro resulta ser un pobre tipo de lo más normal que no tiene ni idea de cuál es el jodido camino ni hacia dónde conduce. Mi estúpida manía de buscar fuera lo que tengo de sobra dentro de mí. Mi maldita inseguridad. ¡Demonios!

Si caigo, el miedo triunfa. Me da miedo el miedo...

Escrito por Arielle Victoria a las 26 de Marzo 2004 a las 03:44 PM
Comentarios

Muchos nos sentimos muy vinculados al lugar donde hemos pasado la mayor parte de nuestra vida. Es un lazo que compromete, retiene y priva de libertad en muchas ocasiones.
Personalmente también me he planteado a menudo esa pregunta. Pienso en todo lo que me podría estar perdiendo fuera de estas calles. Me gustaría poder ser mas decidida y arriesgarme, probar, hacer un día las maletas y lanzarme a la aventura.
Pero cuando me lo planteo…la siguiente cuestión es…¿a dónde voy a ir?
Hay que disponer de una libertad económica de la que yo carezco.
Consume mucho el pasar día tras día haciendo prácticamente lo mismo. Ver a la misma gente, los mismos sitios, hacer las mismas cosas…
Por supuesto que todo podría ser diferente, solo tenemos que ser personas arriesgadas. Aunque saliera mal aprenderíamos del viaje.

Escrito por Vresia a las 26 de Marzo 2004 a las 07:23 PM

Muchas veces un cambio es positivo. Te ayuda a experimentar nuevas sensaciones q de otra forma no las tendrias. Yo lo hice, y no me arrepiento. Siempre tendras la oportunidad de volver...

Escrito por angurtH a las 6 de Abril 2004 a las 01:47 AM
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